“Tengo la edad en la cual las cosas se observan con más calma, pero con la intención de seguir creciendo.
Tengo los años en los cuales se comienzan a acariciar los sueños con los dedos y las ilusiones se transforman en esperanza.
Tengo los años en los cuales el amor, a veces, es un loco incendio, ansioso de consumarse en el fuego de una esperada pasión. Y otras veces, es un rincón de paz, como un atardecer en la playa.
¿Cuántos años tengo?
No tengo necesidad de señalarlos con un número, porque mis deseos cumplidos, las lágrimas derramadas a lo largo del camino al ver mis ilusiones rotas valen mucho más de esto. ¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta o sesenta años!
Aquello que importa es la edad que siento.
Tengo los años que me sirven para vivir libre y sin miedos.
Para continuar sin temores mi camino, porque llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis sueños.
¿Cuántos años tengo?
¡A quién importa! Tengo los años que sirven para abandonar el miedo y hacer aquello que quiero y siento.”
(José Saramago)

Y sí, hoy cumplo años... 48 para ser precisos.
Pero como dice el texto, éste es sólo un número.
Creo poder decir que tengo los años de la serenidad. ¿Por qué?
Porque si miro para atrás, sí tuve pérdidas, desilusiones, algunas elecciones que se revelaron equivocadas, pero ¿quién no pierde, o se desilusiona o se equivoca? ...sólo quien no se arriesga, y yo lo hice. Me arriesgué y perdí, pero también gané. De los errores gané experiencia por ejemplo, y de las desilusiones creo haber ganado sabiduría. ¿Las pérdidas? ... ¿qué puedo decirte de las pérdidas? ...aprendí que las económicas son las menos importantes y a las otras, no me gusta llamarlas así. Cuando muere alguien que amo, no digo que lo perdí; porque si así fuera lo buscaría hasta el centro de la tierra. Y si bien la certera señora me ha jodido en más ocasiones de las que me gustaría recordar, tengo la edad para haber aprendido que gran privilegio tuve todo el tiempo vivido con cada uno de esos amores antes de esa inevitable llegada...
Y si miro a mi alrededor o hacia adelante, sonrío. Sé la fortuna que tengo. Aprendí que lo importante es el presente, el ahora... y confío. Confío en lo que vendrá, en el aprendizaje que provocará...
De este modo, feliz cumpleaños a mí y arranquemos con este 49 que ya se va acercando el medio siglo y no veo la hora... jajajajajajajajaja!
Un besote a todo el que pase hoy -o cualquier otro día, ;)-, por esta playa.