"El nuestro era (es) un abrazo perfecto.
Se puede estar en gran sintonía haciendo el amor
o besarse sin problema alguno,
hasta con ímpetu y pasión.
Pero abrazarse no,
abrazarse de verdad no se logra,
porque es el abrazo
el metro más exacto de la comprensión.
El abrazo no perdona."
(Lorenzo Lincazi)
Yo y los abrazos.
Me cuesta dejarme abrazar, es (mi) verdad.
Porque cuando lo hago, sé que no hay escapatoria, no hay barrera ni coraza que tenga.
En un abrazo soy yo. Plenamente yo. Simplemente yo. Toda yo.
Yo y mis fragilidades. Yo y mis miedos. Yo y mis inseguridades.
Por ello cuando dejo que alguien me abrace, le hago entrega de una confianza absoluta. Le estoy dando una parte de mí misma... la posibilidad, el poder de herirme de forma mortal.
Por eso no me dejo abrazar... porque no puedo, no quiero, dar esa arma a cualquiera.
(Ya han probado a disparar, y me costó mucho curarme para ponerme de pie...)