Recibo tu mensaje y sonrío.
Te dije que no era necesario
pero me reconozco en lo "cabeza dura"
y te dejo hacer.
Empiezo a escucharte y tu voz me llega...
...mi coraza se desarma con una sílaba.
Te escucho y las palabras me recorren
¿cómo haces? ¿cómo puedes decir(me) tanto?
Las lágrimas me llenan los ojos
y atoran todo lo que quisiera decirte.
Te escucho otra vez y vuelvo a sentir esa contradictoria dualidad
de saberte tan lejos y sentirte tan cerca.
Buenos Aires... Barcelona...
Argentina... España... Italia...
No importa el sitio, la ciudad, las calles...
No importa cuánto tarde,
pero como que m(t)e llamo Laura que te daré ese abrazo
y que más nunca te librarás de él.
Te repito, Te quiero
sin más y sin porqué
...o porque sí, porque sos, porque estás,
porque tenías que ser y ¿por qué no?
Gracias... gracias por tanto y tanto que me das todos los días,
espero merecerlo.